Domingo 24 de Noviembre
El pasado domingo escalamos Rebeca y yo en Calpe, en una escuela antigua pero recién descubierta por nosotros. Es perfecta para practicar la escalada clásica, grado fácil y buena roca. Como todavía estoy lesionado y no debo escalar, Rebeca consiguió convencerme argumentando que compartiríamos los largos.
La vía tiene cuatro; V, III, IV y III
El primer largo,V, tiene unos 30 metros.
Como lo prometido es deuda al llegar a la reunión y casi sin detenerse Rebeca comienza a abrir el segundo largo. Encuentra un único parabolt y muchos puentes roca que utiliza diligentemente.
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Desde al segunda reunión asegurando a Rebeca |
En el tercer largo no teníamos muy claro por dónde iba la vía, además las reseñas me las dejé en el móvil de rebeca por lo que, como es natural, me perdí.
Sin tener claro si estábamos en la vía, cuando Rebeca gritó que la cuerda se acababa, montamos la reunión en una terracita que encontramos
El cuarto y ultimo largo es muy sencillo, una trepada de tercero con algún que otro murete que se supera sin dificultad. Como se ve en la foto está muy sucio.
Como nos supo a poco y teníamos ganas de seguir escalando, nos planteamos dos alternativas: la primera era rapelar los cuatro largos y hacer otra vía o, la opción segunda que fue por la que nos decidimos; hacer la cresta en ensamble hasta el mirador que hay arriba del todo. La cresta no tiene ninguna complicación, la hicimos con zapatillas y sin seguros intermedios, sin embargo nos dejó practicar el progresar en ensamble.
Una vez en el mirador, comenzamos la bajada hacia el coche. Aquí empezó la verdadera odisea; las calles de esta urbanización son larguísimas, discurren paralelas entre si y perpendiculares al mar, sin posibilidad de atajar y bajar en recto. Por ello, teníamos que hacer continuas idas y venidas por las laberínticas calles y casas sin conseguir bajar hacia el inicio de vía y el coche.
Finalmente, cansados de no encontrar la calle que bajaba hasta la base de la urbanización, nos tiramos al monte de nuevo a buscar algún árbol desde el que rapelar.
Afortunadamente fuimos a dar a una antigua reunión de las vías de deportiva que tiene este sector de escalada. En la pared estaba indicado rapel de 45 metros, sin embargo únicamente habían dos cordinos sin unir y más abajo la anilla de la foto, que a mi personalmente no me inspiraba mucha confianza.
Ante la disyuntiva de utilizar o no esta anilla, Rebeca utilizó el eterno optimismo y confianza que tiene hacía los rápeles, consiguiendo convencerme para montarlo. Unidas las cuerdas y lanzadas, cual fue nuestra sorpresa cuando las cuerdas empezaron, con un sonoro y peculiar ruido, a caer rápidamente hacia abajo, síntoma claro de la verticalidad del rapel. Y así fue, después de los primeros metros, aparecía una placa vertical de 40 metros. Yo, durante los primeros metros, no dejaba de mirar la inconsistente y vieja anilla como si con mi mirada consiguiera pegarla todavía más a la roca. Y de fondo, oía a Rebeca decir "no se mueve"
La anilla aguntó y sin problemas llegamos, hambrientos, al coche. Una vez en suelo decidimos irnos a comer a Benisa.
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